A manera de explicación: Hoy, 16 de mayo, Juan Rulfo estaría cumpliendo 97 años. Con motivo de su cumpleaños, me permito ponerles esta reseña que escribí hace rato ya para la revista Plugged. A mi el libro en cuestión, "Cartas a Clara" (2013, Editorial RM) me dejó la impresión de un Rulfo completamente desconocido pero que explica mucho el caracter de su obra. Espero les guste.
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En estos tiempos de inmediatez, es difícil, querido lector,
sentir ese sentimiento de desconexión o evasión del mundo y de los otros. Es
tan fácil obtener noticias de otra persona gracias a internet, que podemos ya
no sólo hablar con alguien en cualquier momento, sino también tener su
ubicación precisa, saber qué está haciendo, qué come, a donde ha ido, qué ha
visto y leído, qué música ha escuchado, entre otras cosas. Pero hubo una época
en la que todo esto no era ni remotamente posible.
¿Ha recibido usted, amigo lector, una carta? Y no me refiero
a estados de cuenta bancarios o publicidad. Una carta de verdad. Un pedazo de
papel que alguien, desde algún lugar del planeta, usó para escribirle cualquier
cosa y enviárselo a su hogar. Escribir una carta era cosa seria. Incluso era
considerado un género literario en sí mismo (el género epistolar). Es por eso
que cuando se tiene la oportunidad de echarle un vistazo a los diálogos
epistolares que gente famosa sostenía con alguien más se convierte en algo tremendamente
interesante.
Bajo esa premisa, ¿qué puede ser más revelador que la
correspondencia de un escritor famoso? ¿Y qué puede ser más interesante que su
correspondencia personal? En algunos casos, las colecciones de cartas se
vuelven un instrumento indispensable para conocer las ideas y las tormentas de
un escritor. Nosotros siempre vemos el producto final: una novela, un poema;
pero casi nunca sabemos en qué pasos andaba el autor mientras sufría el proceso
de dar a luz su obra.
Juan Rulfo, uno de los escritores más grandes de habla
hispana y de la literatura universal, tuvo una de las carreras literarias más
cortas y productivas que se puedan encontrar. Rulfo fue autor de varios
cuentos, la mayoría reunidos en la colección clásica “El llano en llamas”
(1953) y de dos novelas, una de ellas considerada como de las más grandes obras
escritas en español: “Pedro Páramo”, publicada en 1955. Sin lugar a dudas,
Rulfo representa el punto más alto de la literatura en México y ha sido una influencia
en escritores que van desde la generación del boom hasta nuestros días.
Y sin embargo, ¿sabemos qué pasaba en la vida de este hombre
antes y durante la creación de dichas obras? La respuesta justo viene de sus
cartas. Y no son unas cartas cualesquiera, hablamos de las cartas que le
escribiera a su entonces novia, Clara Aparicio.
“Cartas a Clara” es el nombre de la colección de cartas
escritas por Juan Rulfo en el periodo comprendido entre octubre de 1944 y
diciembre del 1950 a su futura esposa y, de hecho, la mujer de su vida. En ella
no sólo encontramos frases dignas de cualquier enamorado (a veces rayando en lo
cursi), sino también vemos a un Rulfo desnudando su alma y sus sentimientos a
la mujer que ama y que tiene lejos. En sus cartas, además de ver el ingenio
inmenso y la facilidad para estructurar una historia que lo caracterizó en su
obra literaria, vemos también al hombre que vivía entre la nostalgia por estar
con su amada y las tribulaciones de los trabajos que tenía que hacer para
ganarse la vida.
En sus cartas también vemos al Rulfo preocupado por sacar
adelante sus ideas literarias. A veces con dolor, otras con alegría, pero
siempre con ingenio, Rulfo le va relatando a Clara sus adelantos en lo que
llegarían a ser sus cuentos más famosos y los trabajos e ideas que se le van
ocurriendo para lo que sería su primera novela. Todo esto nos deja ver cómo la
obra de arte le toma tiempo y energías, cosas que él sabe sobrellevar gracias
al recuerdo de su querida chamaca, como él mismo la llama.
Adornada con fotos de la pareja en esos años (tomadas casi
todas por el mismo Rulfo), la colección también nos muestra reproducciones de
las cartas originales que Rulfo enviara, lo que nos enseña que su ingenio iba
más allá de la pura escritura, ya que siempre procuraba dejar algún detalle
extra en las cartas, ya sea un dibujo hecho a toda prisa, alguna frase escrita
en inglés u otro idioma o, a veces, escribiendo la carta en espiral y no renglón
a renglón.
Gracias a “Cartas a Clara” podemos encontrarnos con una
persona enamorada, que no tiene miedo a la lejanía ni a la soledad, y que
tampoco tiene miedo en mostrarse tal y como es a su mujer. Pero también nos
deja ver cómo van naciendo en su interior las ideas que darán luz a una de las
obras culminantes de la literatura en México y en el mundo.