Segundo momento: Empiezan a salir, uno por uno. Saludan a la
gente, toman sus instrumentos, los prueban. El grito, que en ese momento había
sido constante vuelve a impulsarse cuando Eddie Vedder salta al escenario. Justo
allí no puedo contenerme y grito. Grito como pocas veces recuerdo haberlo
hecho. Después de 10 años de conocerlos, de escuchar sus discos y hacerlos
parte fundamental de mi vida, allí estaban, en mi país, a punto de tocar.
Eso nos lleva al tercer momento: cuando comienzan a tocar. El grito baja un poco, pero sigue, constante. Yo no he parado
de gritar y bajo un poco el volumen para distinguir cual canción pasará a la
historia como la primera del primer concierto de Pearl Jam en México. Recuerdo
haberme dicho a mí mismo "Y así es como empieza" cuando reconozco los
primeros acordes de "Of the girl". Quizá no es la mejor canción o mi favorita,
pero esa fue la elegida. El grito llega a un punto culminante cuando Eddie
comienza a cantar. Creo que todos sentimos un escalofrío recorriéndonos. A tal
grado que, si bien la emoción y los gritos perduraron, la gente queda en un
estado de éxtasis difícil de explicar. Pareciera que todos dudábamos.
¿Realmente está pasando? ¿Son ellos al fin? Creo que esa sensación duró hasta
el final de la canción, porque los gritos que se escuchan al final no son, digamos,
atronadores o emocionantes. Para mí, el concierto realmente comenzó en la segunda canción: "Go".
A partir de ese momento todo fue una fiesta, y creo que
desde allí la banda se dio cuenta de lo que éramos capaces. Go, Once, Corduroy, Even Flow, Wishlist
y sus encendedores mágicos, Betterman y Vedder callándose ante los coros de la
gente, Do the Evolution, los gritos de la gente pidiendo Jeremy y que no fueron correspondidos,
Lukin, Daughter y su WMA incluída, Hunger Strike, Black, el Alive más intenso
que he escuchado, Rockin in the free world a luces encendidas y Yellow
Ledbetter. Es imposible quedarse con un sólo momento. La noche fue tan redonda
y tan impactante que no pude hablar durante días.
Han pasado diez años de ese concierto épico. Han pasado
tantas cosas en esa década que es imposible resumir. Gente ha llegado y se
ha ido de mi vida; he sufrido, he reído, he viajado. Obvio me he hecho más
viejo. Pero hay algo que cambió en ese 17 de julio de 2003 que a la fecha no ha
pasado: vi a mi banda favorita entregarse como pocas veces ante un
público expectante y sobre todo, en su gran mayoría, conocedor. Esa combinación
fue la que convirtió esos tres conciertos en general pero esa primera fecha en
particular en algo único. Ni siquiera sus visitas siguientes en 2005 y 2011
superarán esa emoción y volverán a reunir todas esas condiciones.
México, 17 de julio de 2003. Es a la fecha el mejor concierto
al que he ido y una de las experiencias más grandes de mi vida y, ahora que
cumple diez años, es difícil no añorar un poco esos momentos. En estos días
estaré poniendo una y otra vez las grabaciones de esos días y lo compartiré con
amigos entrañables que también vivieron lo mismo. Lo que quizá jamás podré
volver a sentir es esa emoción de los tres momentos del inicio del concierto.
Haber vivido eso aún me pone chinita la piel.