Estoy frente a ti y te observo. No atino a saber bien qué es
lo que más me llama la atención pero sí puedo decir que tu expresión me
intriga, me atrae, extrañamente me enamora y me aterra. ¿Qué estaría pasando
por tu mente en ese momento? Pareciera que estás conteniendo un grito de
horror, que el miedo se va apoderando de ti cómo cuando uno sueña con fantasmas
y teme abrir los ojos por no querer encontrarse con algo allí. La boca a punto
de abrirse y dejar escapar un alarido de ayuda o de terror o de algo. Una
sombra tenebrosa te ataca por detrás, tú la sientes, la temes y la tratas de
rechazar usando el último e inútil recurso de la cordura, cerrar los ojos y rogar
que el espectro se vaya o que sencillamente termine pronto lo que debe hacer.
Pero también parece totalmente lo contrario. Los ojos
entrecerrados, la labios arqueados justo en el momento que parecen emitir un
suspiro. ¿O más bien un gemido? Tienes los brazos extendidos, alzados de tal
forma que dejan ver tus senos débilmente cubiertos por un halo que parece
divino pero también a punto de ser rodeados por una sombra que te cubre y te
rodea. ¿un hombre quizá? ¿Tu amante en actitud de besar tu cuello? Tu rodeándolo
con las manos perdidas en la penumbra y sintiendo el calor de ese otro mientras
lentamente posa sus manos en tu pecho y asciende lentamente. Tienes la
expresión de aquel qué se abandona poco a poco, entregando la plaza y rindiéndote
a los sentidos y comenzando esa combinación dolor/placer que provoca el camino
hacia la explosión final.
Pero quizá ni siquiera necesites de alguien más. Parecería
que estas a oscuras, completamente sola, necesitada de un cariño que nadie
puede darte. ¿De pie frente a un espejo? Te muestras voluptuosa y sublime a la
vez. Una de tus manos pasa por tu cabello, lo mima, lo acaricia, hace que te
abandones en un placer iniciático, mientras tu otra mano se pierde entre el
anonimato de las sombras y da que pensar. ¿Se asoma discreta por debajo de tus
senos? ¿Los estará acariciando? ¿O quizá aparece perdida en una latitud más al
sur? Explorando terrenos, parece que te inflige a ti mismo esa expresión de
consuelo y soledad, todo sublimado bajo el ritmo de unos dedos que quizá no se
ven en su actuar si se ven en sus resultados.
Todo esto lo pienso sentado frente a ti en religiosa actitud
de observación y, colgado de tus ojos y tus labios, esperando una respuesta que
no llegará jamás. Trato de dilucidar una solución que sólo tu autor podría
conocer, sin embargo él nos entregó un enigma tan grande qué sólo nos deja como
consuelo estar allí, horas y horas observándote, meditándote, deseando que no
te pase nada malo o que sola o acompañada termine ese ritual que ahora en este
instante eterno te está haciendo sufrir, o gozar, o temer. Qué se yo.