miércoles, 8 de junio de 2011

Crónica del libro que no te devolví

“Me sobran noches; no sé qué haré con tantas noches”
El Largo Viaje, 
Jorge Semprún.

Hace algunos años tú me lo presentaste. Recuerdo que buscabas un tema propicio para tu tesis, y bien a bien no recuerdo como se atravesó (se nos atravesó) en el camino, pero un buen día me estabas contando sobre él.

Cual buenos lectores que somos, comenzaron las reseñas y las pláticas y con ello creció el interés mutuo, hasta que por fin en una librería nos topamos con su (hasta ahora) algo escurridiza obra. Entendía que el primer objetivo era puramente académico, pero realmente la vida de este hombre me interesó lo suficiente como para despertar mi curiosidad.

Joven combatiente en la segunda guerra, preso por los nazis y condenado al campo de concentración de Buchenwald, miembro rebelde del partido comunista español, ministro de cultura, todo esos hechos y oficios fueron definiendo su vida, pero curiosamente el que más me interesaba, el de escritor, no lo ejercería sino hasta veinte años de su prisión. Después comprendería el porqué.

"A cada uno lo suyo", íronica entrada al campo de concentración


“La escritura o la vida”, si mal no recuerdo, fue el libro que nos hizo conocerlo. Ya para cuando lo estudiaste y lo conociste sabías que me atraparía, y así fue. Aún no puedo encontrar historia más desgarradora ni vivencias más traumáticas que las contenidas en ese libro. Y lo peor, o mejor, o vaya usted a saber cómo decirlo, es que prácticamente todo lo escrito allí, había pasado realmente.

He leído a Semprún en varias ocasiones, pero realmente el libro que me dejo hechizado por su crudeza y por el dramatismo al que llega a tender es “El largo viaje”, curiosamente, el primer libro que se atreve a escribir.

Tengo ahora aquí, a mi lado, el libro, pero he de decir que no era para mí. Lo compré para ti, supongo que ya ni lo recuerdas. Muchas cosas pasan, y muchas debieron pasarnos, y el libro permaneció intocable hasta mucho tiempo después, cuando recorría mis libros en el acto de hacerlos míos vía ex libris. Allí lo vi, recordé, y sin más, lo leí.

Puedo decir que redescubrí a Jorge con ese libro, que lo hice particularmente mío en un momento de crisis y dolor en mi vida, y que me enseñó que comparado con el suyo, cualquier otro pesar es sinceramente ridículo. Tomé la decisión de quedármelo porque al final se convirtió en esos libros que han pasado a ser parte de mi bibliografía personal, que definen un cierto punto de mi vida.

Por eso ahora, sé que ambos estamos de luto, porque hemos perdido a uno de los grandes. Porque la memoria sobre esos hechos vergonzosos muere cada vez más y comienzan a escasear los recuerdos de primera mano. O más simple, porque para bien o para mal, de alguna manera, nos definió a ambos.

El libro es tuyo, y si me lo pides, sentiría la obligación moral de regresártelo. Al final sé que estaría en buenas manos, mas quiero por ahora verme algo egoísta y dejar que se quede acompañándome un tiempo más, para poder hacer un mejor duelo.

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