lunes, 11 de julio de 2011

In memoriam - Reyes González (1912 - 2011)

Se nos murió el Señor Padre de la oveja negra. Se nos fue de la única forma que pudo haber sido: por el peso de sus 99 años. Contra él no pudieron ni su alcoholismo legendario al que terminó por derrotar hace ya muchos años, ni las enfermedades, ni las cataratas en sus ojos que en una de sus tantas demostraciones de fuerza derrotó teniendo ya más de 70 y que evitó pasar sus últimos días ciego. No pudo contra él el tabaco, ya que hasta apenas hace un año siempre fumaba religiosamente sus faros sin filtro o cualquier otro que se le atravesara. Quizá de los pocos que pudieron contra él fue justamente la oveja negra, y ni tanto porque desde hace años se habían dado el mutuo perdón y reconocimiento.


Yo lo conocí, aunque no lo trate tanto por desgracia. Todo por culpa de esas diferencias que surgen entre Padres e Hijos. Y sin embargo quedan en mi memoria los pasajes que compartí con él, pero sobre todo las historias que mi Padre siempre nos relató.


Se nos fue el sumo patriarca del clan González y ahora todos lo lloramos. Pero lo lloramos a regañadientes porque un Señor como él jamás hubiera permitido que lo hiciéramos. Por su forma de ser quizá lo único que hubiera pedido es que estuviéramos a su lado, le dedicáramos alguna cosa y que siguiéramos viviendo. Justito como él lo hizo, que pintándole cara más de una vez a la muerte siguió adelante contra todo pronóstico, hasta que ya cansados ambas partes de tanto pelear, decidieron tomarse un descanso de toda la eternidad.


Ahora le dedico yo mis lagrimas (las suficientes para no importunarlo) y esto. Ojalá le parezca digno al Señor Padre de la oveja negra.

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