Antier, 12 de noviembre, en un atentado más en contra de mi
bolsillo, fue lanzado a la venta el volumen dos de la colección de grabaciones
de The Beatles hechas para la BBC de Londres. El sólo hecho de ser un disco
nuevo de los Beatles ya provoca que tengan toda mi atención, pero además sumen
el hecho de que este disco, el primer volumen, tiene un significado muy particular
para mí. Si no les aburro mucho, dejen les cuento.
The Beatles, Live at the BBC fue publicado a finales de
noviembre de 1994, y yo para ese entonces
tenía repartido mi amor entre varias bandas, aunque los Beatles aún tenían su
lugar privilegiado gracias a ser la primera banda que me atrapó y que de hecho
me llevó a las filas del rock.
Mis recuerdos de esa época son más bien nostálgicos. Para la
fecha en la que salió la recopilación, no se había lanzado ningún material
relacionado con The Beatles. Fuera de la reedición de la discografía en 1988,
cuando se relanzó en CD, no había pasado gran cosa con ellos. Live at the BBC
fue el primer material nuevo del grupo en 8 años. Y para su seguro servidor,
fue el primer disco “nuevo” que tuve de ellos.
Digo “tuve” y no “compré” porque fue un regalo de navidad de
parte de mis padres. Y lo destaco porque, como ya les conté en alguna entrada
pasada, mis padres se distinguen por ser las personas que peores regalos me han
dado en mi vida. Quizá no deba sorprenderme tanto, porque desde que supe que
saldría a la venta (vía “El club de los Beatles”, transmitido por Universal
Stereo) estuve dando lata durante un buen rato para que alguien de mi familia
se dignara regalármelo, algo que no acostumbro hacer, por cierto.
Creo que por intercesión de una de mis hermanas (fan de los
Beatles también), mis padres terminaron regalándome ese casete. Si, casete, aún
el CD era una cosa extraña que no se veía mucho por mis rumbos y, por culpa de
ese temor a las nuevas tecnologías, aún no tenía cabida en casa (pasaron unos
años más todavía para poder tener un reproductor de CD). Mi fuente de música, aparte
de mi walkman amarillo, era un enorme y pesadísimo estereo de esos que la
carcasa estaba completamente hecha de metal, con perillas y controles metálicos
también, un par de bocinas escandalosas y enormes (¡cómo amaba poner Blood de
Pearl Jam en esas bocinas!), y una dificultad de nacimiento para sintonizar
cualquier estación de radio. En ese armatoste reproduje por vez primera mi
casete, sin importarme mucho que fueran las 8 am del 25 de diciembre y que todo
mundo estaba crudo/dormido.
Me acuerdo mucho cómo me sorprendió lo que estaba
escuchando. Ya para esas alturas me sabía al derecho y al revés toda la
discografía, ya le había comenzado a entrar a las versiones alternas y tomas
raras. Sabía que durante esa época previa a la Beatlemanía ellos tenían un
amplio repertorio de covers a sus ídolos del rock and roll, además de lados B y
cosas bastante extrañas. Escucharlas en ese disco fue una revelación bastante curiosa,
además con el plus de que las versiones de todo el disco son grabaciones en
vivo, a veces con público, de todas esas canciones.
Siempre me ha encantado ese disco, empezando por su forma.
Recuerdo tenerlo en mis manos y adorar la cajita de cartón en dónde venía, el
librito con fotos y explicaciones de las canciones. Creo que desde allí me hice
fan del arte de los discos. Además me encantaba esa portada en sepia con los
cuatro grandes muy seriecitos, contrastando con el logo de The Beatles en
blanco. Me gustó todavía más cuando pude conseguirlo en vinil y apreciar más a
detalle todo el arte. Creo que es de los pocos discos que tengo en tres
formatos, CD, Vinil y Casete.
Además de ser un púber emocionado por tener algo nuevo de
sus ídolos, también allí conocí y entendí mucho del porque The Beatles llegaron
a ser el grupo que son. Se puede notar el entusiasmo de la banda al tocar, la
alegría de interpretar la música que más les gustaba y, sobre todo, la tremenda
fuerza que ya en ese entonces tenían como grupo. Escuchas las intervenciones al
aire, las entrevistas, las bromas que se hacían unos a otros, el dominio del
escenario. Todo te deja en claro que estaban listos para lo que fuera.
Cierto, mi pretexto para traer ese recuerdo de hace casi 20
años fue el lanzamiento del nuevo disco. Pero también me hizo recordar lo mucho
que amo a los Beatles. Después del Live at the BBC vinieron las antologías, que
realmente dispararon mi Beatlemania lo suficiente como para mantenerla viva dos
décadas (y contando) más. Seguramente para cuando usted lea esto ya me habré
gastado mi dinero en el disco nuevo y, como plus, sabrá que también haré algo
que siempre soñé: hacer un programa de radio acerca de ellos. Esta es sólo una
pequeña anécdota mía de muchas que me han pasado junto a esos cuatro tipos,
responsables de transformar mi forma de ver la vida y de guiarme musicalmente
hasta lo que soy ahora.
Tan simple
como decirles: “Try to see it my way”
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