miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿No quieres hacer nada?

Eso me dijo, sacándome de pronto de mi mar de ideas. Acostado en su cama, descansaba y pensaba en todo lo que había pasado para llegar hasta allí. Pensando en los días en los que solo, recorría estas tierras, sus nuevas tierras, e imaginaba que pasaría una vez que al fin llegara aquí. No es cualquier cosa, el sólo hecho de estar sentado en esta cama ya era de por sí una afrenta a ese destino que siempre nos mantuvo lejos uno del otro.

Me lo dijo así, sin más. Viéndome desde atrás de sus gafas con las que trabaja en su computadora, acariciando más que presionando sus teclas. Cierto, está allí, es ella, trabajadora como siempre. Concentrada como esta no se da cuenta que yo me he dedicado a observarla. Observarla y pensar. Es imposible aburrirse ante semejante espectáculo, pocas veces repetido en mi vida.

Apenas unos meses antes nos habíamos vuelto a ver. Después de mucho tiempo. Después de toda una vida. Debo ser sincero y decir que en mucho yo tuve la culpa. Mis ¿malas decisiones? La distancia de repente se nos opuso cómo un obstáculo insalvable, ver que afectaba a gente muy cercana nos terminó de contagiar de dudas. Es cierto pero ¿diez años? Eso ya es el colmo.

Sus gafas. Verla así remueve los recuerdos de cuando me platicaba lo que le gustaría hacer en el mundo. Estaba seguro que llegaría lejos. Pero ciertamente superó todo aquello que pude imaginar. ¿Inteligente? Como pocas personas que he conocido. Inteligencia que no se mide por grados escolares ni por conocimientos acumulados ¿Hermosa? Siempre. Pero pareciera que el tiempo se ha encargado de ir afinando detalles. En ambos se nota el paso de las tristezas y los trabajos, pero en ella se ha encargado de sublimar su esencia, hacerla aún más delicada, más espiritual. Refinada. ¿Sensual? Demasiado. Verla me quita las palabras aún más de como lo hacía cuando éramos unos adolescentes, pretendiendo que sabíamos todo acerca del mundo y de la vida. Sensación vieja pero a la vez renovada. Aumentada por el paso de los traumas y los años, el estar viéndola hace crecer todo aquello que alguna vez defendí como mis ideales y que ahora al estar sentado en su cama viéndola desde sus gafas trabajando, siento que aun uno puede volver a ser idealista.

Hablando con ella, sabía que el tiempo a su lado corría y estaba contado de antemano, así que trataba de aprovecharlo lo más que pudiera. La desesperanza de no encontrar las palabras adecuadas era agobiante a veces. A veces esa maldita prisa me llevaba lejos y no tenía que luchar por no precipitar todo de nuevo, justo como días atrás, donde de pronto, además de sentirme idiota, sentí que había mandado todo al carajo, una vez más. Hablábamos, aunque a veces era una especie de monologo planeado. No quería interrumpir su trabajo ni perturbar su concentración. Estando allí, parecía una especie de espía que sólo se dedicaba a vigilar sus movimientos, perturbando su espacio, como invasor. Así que solo decía ciertas cosas, por lo regular sin esperar respuesta. Aprovechando esos momentos sólo para estar con ella. Sentir que estaba a su lado al fin. Realmente ESTAR con ella, sin todo un aparato tecnológico soportando nuestras charlas.

¿No quieres hacer nada? Y su voz sonaba preocupada. Como si fuera posible aburrirme en estos momentos, extasiado como estaba. Llenando mis ojos con su figura y mi alma con nuevos momentos que tanto hacen falta para esta historia. Nuestra historia. Historia hecha a base de momentos. Nuestros momentos.

¿No quieres hacer nada? Me dijo. Y de repente no supe que hacer. ¿Qué podía hacer, estando como estaba? Qué hacer sin romper el momento, sin dejar de recibir lo que hasta ahora veía, sin quebrar la inspiración que la movía ahora, sin molestar su trabajo. La idea me vino a la mente. Tenía mucho tiempo que no me expresaba, que no dejaba salir todo aquello. Que no lo intentaba sin miedo a no dejar ver más que amargura y desencanto. De hecho solo me causaba un dolor tremendo intentar expresarme. Pero, ¿si este no es el momento, cual lo es?

Así que, me levanto de mi puesto de observador, camino hacia donde ella esta, concentrada, tratando de no romper el momento mágico que me ofrece. Retratando en mi mente lo más que puedo de su sonrisa que me regala al estar cerca.

¿Me prestas una pluma y papel?

1 comentario:

  1. Esta chido, me late, solo un comentario: en el primer párrafo hay una pequeña confusión de género por cómo se redactó.

    Saludos!

    ResponderEliminar