jueves, 20 de enero de 2011

De cómo me hice turista en mi tierra

Soy nacido en el Distrito Federal. Tengo un acta de nacimiento que así lo asienta. Y si a eso le sumamos que una gran parte de mi vida la he hecho en él, que estudié la universidad y que mi vida profesional la inicié y la sigo desarrollando en el DF, uno puede decir que soy un ser que está ligado a esta ciudad.

Siempre he amado a la Ciudad de México. Uno de mis sueños por cumplirse es vivir en pleno Centro Histórico y en cierta forma participar un poco de las miles de historias que se han dado a lo largo de sus calles. Desde que era niño quedé prendado del ambiente que se respira en el lugar. Recuerdo la ocasión que mis padres me dejaron en uno de los puentecitos que cruzaba en ese entonces la calle de Corregidora. Eran los ochentas y algún vivo, en su intento por hacer algo “original”, había intentado convertir en acequia esa calle, sin pensar que lo que se suponía debía ser una calle de agua solo era un canal de aguas negras.

No sé que me sorprende más, haber encontrado una foto, ver Corregidora con la acequia o ver el cielo azul.


Pero me distraigo. Allí estaba yo, a un costado de Palacio Nacional, parado en el puente, viendo la calle y los puestos y a la gente y las casas. Eran otros tiempos, ahora ya no hay ni acequias ni padres que dejen así como así a sus hijos en las calles. Pero esa memoria se me quedo por siempre, y desde entonces me surgió la inquietud de caminar por esas calles. Vagar por allí, ver qué otras cosas más podría hacer.

Fue hasta la universidad cuando comencé a vagar por sus calles. Siendo un sujeto que estudia en Iztapalapa (al oriente de la ciudad) y que vive en Coacalco (muuuy al norte, allende las fronteras del DF), era prácticamente un hecho que a diario cruzaría por el centro. Si bien en esos días me di vuelo recorriendo la ciudad (solo, ¿de qué otra forma podía ser?) siempre prefería detenerme en mi ruta y bajarme en la estación del metro Bellas Artes, caminar a un costado del Palacio de Bellas Artes, y dirigirme por Madero o por 5 de Mayo hacia el Zócalo. Esa ruta fue la primera que recorrí y se convirtió en algo tan automático que a veces aun lo hago de forma inconsciente. Ya después descubriría otras rutas, como Bolivar y sus tiendas de música, o Donceles y sus librerías de viejo, y, después de inaugurado, República del Salvador y de Uruguay con sus tiendas de electrónica y computación. Tantas cosas me han pasado en el centro y ya tanto me he extendido en esto que ese tema lo dejaremos para después.

Ahora ya que vivo dentro de la Ciudad, es curioso caminar por el Centro. Tanto tiempo he vivido fuera que cada que venía me sentía como otro turista más. Ahora sigo sintiéndome igual, a pesar de ser ya habitante de aquí. Sigo buscando cosas nuevas y caminando como si redescubriera sus rutas. Me sigo sintiendo como turista dentro de mi misma ciudad, sigo yendo a tomar fotos, a visitar los museos a los que ya he ido muchas veces, sigo viendo los mismos puestos de libros y entrando a los mismos lugares. Recordando lo pasado y acumulando más momentos.

Respondiendo una pregunta que me hicieran, sobre si viviera en el extranjero, ¿qué es lo que más extrañaría? Echaría de menos estas calles y estas casas. A veces pienso que al morir me convertiré en un fantasma que camina de noche por estas calles. O al menos eso me gustaría, no en balde tantas veces se ha quedado mi alma a pedazos por aquí.

2 comentarios:

  1. PD. La actual calle de Corregidora era en tiempos de la Colonia la Asequia Real de la Ciudad. Segun recuerdo el canal venía desde la zona de la Candelaria al oriente de la ciudad, recorría el centro desde lo que hoy es Corregidora y seguía su cause por la actual 16 de Septiembre. La idea del vivo que comento era regresar la calle a esos tiempos.

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  2. También había comentado yo antes: Entre el metro Hidalgo, el metro Balderas, Palacio Nacional y el Claustro de Sor Juana vagará mi alma cuando deje este plano existencia.

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