domingo, 17 de abril de 2011

Ideas rápidas sobre la vida

Para ciertas personas es fácil fraccionar los recuerdos y las cosas que suceden en sus vidas. Consiguen quedarse tan sólo con los buenos momentos en situaciones en las que pensar en los malos puede ser peligroso. Pensar tan sólo en lo bien que la pasaron o en las personas que conocieron tratando de omitir o dejar de lado los momentos amargos o que provocarían una depresión incomoda.

No tengo nada en contra de esto, al contrario, a veces me gustaría poder hacer algo así, pero temo que yo hago justamente todo lo contrario. Para bien o para mal mi mente no puede sino ver la película completa. Siempre que recuerdo a una persona, o visito algún lugar, no deja de venirme a la mente absolutamente todo lo que haya sucedido en esos lugares.

Quizá no sea lo mejor, de hecho a veces eso ha llegado a arruinarme ciertos momentos, ciertas pláticas, en fin. Pero no dejo de hacerlo por la sencilla (y muy personal razón) de que evitar esos malos momentos sería como mentirme a mí mismo.

Jamás se me ha ocurrido pensar la vida, o mi vida en particular, como una historia color de rosa donde todo lo que ha pasado ha sido bello. Tampoco quiero que mi vida sea una historia tan desesperante y negra que haga suicidar a un emo de la zona rosa con sólo escucharla. Lo que me hace disfrutar mi vida no es ni recordar momentos edulcolorados ni depresivos momentos grises. Quizá lo que disfruto mas es recorrer y recordar todo hasta dejarme ese sabor agridulce en la boca, que bien me puede arrancar una sonrisa o bien una lagrima, o una mentada de madre por el coraje. Eso sí, con la esperanza de que mi mente truculenta me dé la sorpresa.

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