lunes, 2 de abril de 2012

You say it's your birthday

Abril para mí siempre fue sinónimo de calor, de días largos de semana santa encerrado en una iglesia y de recogimiento de grado o por fuerza en los días en que mis padres dictaban sus reglas y uno aún no tenía la edad suficiente para revelarme contra ellas.

Semana Santa tiene la mala y muy recurrente costumbre de caer en Abril. Mis padres tuvieron el tino suficiente para que yo no sólo naciera en Semana Santa (nací un sábado santo, o de gloria como le decían antes) sino de que la gran mayoría de mis cumpleaños se acomodaran en cualquiera de esos días donde en una familia de fuertes raíces y formación católica estaba poco menos que prohibido festejar algo.

Si, el abrazo era obligado, pero casi siempre no había mañanitas, y cuando las hubo ya era demasiado mayor como para agradecer el gesto de levantarme a las 6 am con ellas a todo volumen. Lo importante es que durante mi infancia, que es cuando cuentan ese tipo de cosas como la fiesta con los amiguitos, las mañanitas y los juguetes de regalo yo prácticamente no los tuve. Creo que mi primer pastel de cumpleaños con amigos lo tuve como a los veintitantos. Claro, en parte porque no tenía amigos, pero mis padres no eran de esos que sacan niños de las casas vecinas para celebrar al suyo. No es reclamo ni amargosidad, pero siento que de repente me hizo falta celebrar un poco eso.

También mis padres supongo que tarde se dieron cuenta de su error, ya que tiempo después comenzaron a regalarme cosas: juguetes (cuando ya mi cuenta de años pasaba de las dos décadas), ropa (el peor regalo que se le puede hacer a un adolescente, créanme)  y en una ocasión hasta una toalla (verídico). No los culpo, algún día les contaré la historia de mis padres y entenderán un poco todo eso, el punto es que si no tuve fiestas de cumpleaños, los regalos eran también algo inexistentes, y cuando existían no eran precisamente agradables.

Es por eso que aún a la fecha me da algo de pena festejar mis cumpleaños, o realizar una fiesta sea cual sea la razón para ella. Por eso disfruté tanto las reuniones que se hicieron en mi antigua casa y las que hacemos ahora en la actual. Pero de pronto siento un poco de incomodidad, no por la gente sino porque no se cómo ser un buen anfitrión. Espero que quienes han ido a mi casa puedan decirme como lo he hecho. Al menos para saber si lo he hecho bien.

Este año será especial porque habrá fiesta. Especial sí por la fiesta pero también porque pocos años la ha habido. Ayuda y mucho que Tania y yo unamos fuerzas para celebrar nuestros cumpleaños, así que no estaré tan desamparado. Además llegaré al número mágico de los 35, que para mí no son tantos años aún, pero ya comienza a escucharse feo. Espero que después de todo lo que les relaté colaboren con la causa de alejar mis traumas asistiendo a la fiesta y regalándome algo. Obvio eso no es obligatorio y no los dejaré de querer y aceptar en la fiesta sin algo, pero vamos, ¡que te regalen una toalla de cumpleaños es algo difícil de superar!

Ya en serio, espero las cosas salgan bien. Creo que de entrada superarán al cumpleaños del año pasado que me la pase enfermo del estomago la mitad del día. De entrada no cayó en semana santa y eso ya es bastante para mí.

1 comentario:

  1. jajajajajaja no bueno..me encanto este post! me identifique jajaja... asi si me convences de ir a tu fiesta :P pero... eres buen anfitrion!!! buenas pelis, series, juegos y demas, cerca de lugares pa salir... pero eso si.. necesitas cafiaspirinas en tu casa.. :S jajaja un abrazo!!!

    ResponderEliminar