Estar en esta casa, donde vives
sin una ventana abierta, alejado del mundo, temiendo hacer el más mínimo
movimiento, sin poder incluso abrir un grifo, y sobre todo, saber que la más pequeña falla significa la muerte, es una experiencia
realmente aterradora.
Hace mucho tiempo leí la
historia. En ese entonces no le puse demasiada atención, incluso olvide detalles como que
los años en los que se escondió de los nazis fueron aquí, en Ámsterdam. Después de hoy lo mínimo
que puedo hacer es releer sus pensamientos y miedos, y comprender realmente lo que decían
cada una de sus palabras.
No puedo decir que Ana viviera aquí.
No se le puede llamar vida a lo que paso en esta casa. Pero al final lo hizo y dejo en
su diario su propia vida. Todo para que no olvidemos.
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