Un concierto de Paul McCartney
podría ser considerado como un enorme lugar común, un karaoke del tamaño de un
estadio, un evento plagado de clichés y de canciones dirigidas a alimentar la
nostalgia y la beatlemania de los siempre fieles fanáticos. Si, es justo eso y
más. Y vaya que lo disfruté.
Uno puede ir con la actitud de
haberlo visto todo tratándose del Sir. Que ya hemos escuchado Hey Jude o Live and let die hasta el hartazgo. Que los más clavados casi
sabemos qué canciones y en qué orden vendrán. Y sin embargo todos lloramos,
pataleamos y brincamos cuando vemos al señor subirse a su piano y empezar a
tocar los ya conocidos acordes. Y aún así ser capaz de sacar de la chistera
cosas tan increíbles como The night
before o Hope of Deliverence.
Realmente la capacidad de asombro vuelve a nacer y todos entonamos el "naaaa
naaa na na na na na na naaa Hey Jude" cómo si fuera la primera vez en
nuestras vidas. Y tan fuerte como si fuera la última vez que lo fuéramos a hacer.
La noche anterior puse a prueba
mis sentimientos. Dejé que mis emociones simplemente fluyeran. El resultado fue
una felicidad total. Si tuve mis momentos tristes con Here Today, recordando a todas aquellas personas que por alguna
razón no estaban a mi lado disfrutando de ese momento. O con Golden Slumbers, que desde niño ha sido
para mí el ejemplo de cómo debe ser cantada una canción y que me remitió a esos
días en los que era un adolescente que quería ver cumplidos sus sueños. Me
emocioné, lloré a lado de casi todos con Let
it Be, me rompí con And I love her
y Blackbird, bailé (o al menos
intenté) con I saw here standing there
y así puedo seguir con todas y cada una de las más de 40 canciones que
escuchamos ayer.
Estos días son los días en los
que TODOS se sienten fans de los Beatles. Cualquier tipo puede decirse fan por
ir al concierto y sin embargo pasársela sentado todo el show o moviéndose y preguntándose
qué canción estará tocando. Eso es algo que antes me pondría furioso pero ahora
ya no me importa. Dejemos que la gente finja demencia y crea que conocen a Paul
como si hubieran caminado con él una tarde cualquiera en Merseyside. Yo tampoco
voy a presumir que tengo un absoluto conocimiento Beatlemano ni nada. Sólo me dedicaré
a atesorar el momento y a gozarlo igual que la noche anterior me dediqué a admirar y
aplaudir a uno de los que han sido para mí ídolos y ejemplo desde que tenía
unos 10 años.
Y una cosa más. Terminar el
concierto con el Medley Golden
Slumbers/Carry that weight/The End fue de las cosas más tremendas e
impactantes que jamás he visto en vivo. Gracias por eso Macca, pero
casi me matas de la impresión.
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